ukiyoeThe art of a people

Desde los primeros encuentros, los grabados japoneses han atrapado la mirada de artistas occidentales de muy distintas sensibilidades.

El ukiyo-e provocó mucho más que curiosidad en Monet, Van Gogh, Sorolla, Toulouse Lautrec y muchos otros pintores. Aunque cada artista lo contempla desde su propio mundo, comparten una fascinación que cada uno describe a su manera y a algunos atrapa en el coleccionismo. Aún hoy, no deja de ser fascinante la impresión que el ukiyo-e produce en personas que lo contemplan por primera vez. Su reacción y sus comentarios nos permiten imaginar el efecto que esas estampas, que en su país de origen eran un arte menor o simple artesanía, debieron producir en el mundo del arte occidental de finales del XIX y principios del XX.

El arquitecto Frank Lloyd Wright, un apasionado coleccionista de grabado japonés, atribuye la particular emoción del ukiyo-e a la carga de humanidad que le confiere su condición de arte popular (art of a people). El texto que el arquitecto escribe en 1906 para el catálogo de una exposición en Chicago, refleja el impacto del ukiyo-e en alguien de su talento y sensibilidad.

"The phase of art presented in this collection is that of the artisan class, the common people in the strict sense of the term, and attest the infinite delight, the inherent poetic grace not of the Japanese noble man but of the hard-worked humble son of Nippon of seventy –five years ago.  His face was deeply furrowed with pleasant lines and tanned the texture and color of brown leather; he wore out patiently and soon; - yet this art , in which he found delight, shows that he was a MAN – not a slave!"
Frank Lloyd Wright - Catálogo de “Hiroshige an Exhibition of Colour prints from the collection of Frank Lloyd Wright”- The Art Institute of Chicago, 29 de marzo 1906

Entre todos los grandes maestros del ukiyo-e, Hokusai es uno de los que ha causado mayor impacto en occidente. En el pasado, lo dio a conocer la Exposición Universal de 1867 en Paris y la admiración que su obra despertó en los galeristas y críticos franceses de renombre. En el presente, es en el mundo de las matemáticas y en la narrativa gráfica (cómic y manga) donde más se habla de él. Desde que Benoit Mandelbrot, padre de la geometría fractal mencionara a Hokusai como pintor de fractales y ejemplo claro de los distintos caminos que siguen el arte y la ciencia, la obra del maestro japonés ha captado la atención de miradas menos interesadas por el arte. Hokusai era un dibujante compulsivo, un hombre de ajetreada vida y, como suele ocurrir con los genios, fuente inagotable de leyendas. La simplicidad de su trazo y su genialidad para desvelar vida en las formas, explica la admiración que despierta en matemáticos y dibujantes de historias. Es probable que en la “inherente gracia poética” que señala Frank Lloyd Wright tenga algo que ver la particular interacción entre los temas, la mirada del dibujante, el proceso artesanal de producción y la nobleza de los materiales. Cuando Utamaro dibuja femineidad, Hiroshige lluvia y Harunobu Suzuki movimiento, sus trazos cobran vida a través de otras manos y en unos materiales que ellos no siempre tocan. Pero el papel y el color están tan presentes en su mirada como en la nuestra.